Por mucho que trato de explicar a los extranjeros qué es el cocteles, todos mis esfuerzos son en vano.
¿Cómo explicarles lo que es despertarse con 16 o 17 años un domingo a las 8 o 9 de la mañana en invierno para jugar un partido de fútbol sala en el que quizás ni jugara?
¿Cómo explicarles que lo importante realmente no es fútbol, sino que un grupo de amigos de la infancia sigan jugando juntos?
¿Cómo explicarles que dejarse las rodillas en el cemento de arjona es lo que da sentido a la semana?
¿Cómo explicarles que la cena coctelera y otros tantos eventos son recordados con una sonrisa durante todo el año?
¿Cómo explicarles, repito, cómo explicarles que tener un grupo de amigos así es lo más grande que puede tener uno en la vida?
¿Cómo explicarles lo que es despertarse con 16 o 17 años un domingo a las 8 o 9 de la mañana en invierno para jugar un partido de fútbol sala en el que quizás ni jugara?
¿Cómo explicarles que lo importante realmente no es fútbol, sino que un grupo de amigos de la infancia sigan jugando juntos?
¿Cómo explicarles que dejarse las rodillas en el cemento de arjona es lo que da sentido a la semana?
¿Cómo explicarles que la cena coctelera y otros tantos eventos son recordados con una sonrisa durante todo el año?
¿Cómo explicarles, repito, cómo explicarles que tener un grupo de amigos así es lo más grande que puede tener uno en la vida?
En fin, pobres ilusos ellos, que jamás sabrán lo que es defender la nutria allá donde estemos.
Un abrazo fuerte a todos desde el centro de Europa. Un coctelero (nº18) que no os olvida.
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